Hay días del mes en los que literalmente TODO molesta.
Tu pareja respira fuerte → molestia.
Tu compañera te manda un mensaje pasivo-agresivo → colapso.
Una historia tierna en redes → llanto desconsolado.
Y tú solo piensas: ¿esto es PMS… o ya me estoy descomponiendo emocionalmente?
Spoiler: puede ser PMS, pero también podría ser algo más profundo que nunca te explicaron bien. Porque aunque vivir con cambios emocionales premenstruales es común… no significa que sea normal.
El síndrome premenstrual aparece en la fase lútea —los días antes de tu menstruación— y puede sentirse como un remix incómodo de síntomas físicos y emocionales:
hinchazón, sensibilidad, fatiga, irritabilidad, ansiedad, llanto fácil y ese mood de “no me hablen, no me toquen”.
Todo esto suele tener que ver con un bajón de progesterona, un pico de estrógeno, y una interacción no tan amigable con tus neurotransmisores.
Traducción: no es que seas “demasiado intensa”, es que tu sistema hormonal está haciendo malabares.
Cuando el malestar emocional se vuelve realmente invasivo —te roba la energía, te desconecta, te pone en modo montaña rusa— tal vez no sea “PMS fuerte”. Puede tratarse de trastorno disfórico premenstrual (PMDD).
No es tan común como el PMS, pero sí lo suficiente para que valga la pena saber que existe.
Y no es un personaje secundario del drama hormonal: se siente como un villano que aparece cada mes a sabotearte.
Los síntomas pueden incluir tristeza profunda, enojo intenso, ansiedad desbordada, pensamientos oscuros, ganas de aislarte o incluso dejar de hacer cosas que normalmente disfrutas.
Y lo más importante: no se quita con “échale ganas” ni con té de manzanilla.
Una señal clave es la intensidad. PMS puede ser molesto pero manejable. PMDD no te deja vivir normal.
También importa la duración: si sientes que la mitad de tu mes se te va en sobrevivir tu fase lútea, algo está pidiendo atención.
Y a veces, ni siquiera es PMS o PMDD.
Muchas personas que viven este tipo de síntomas en loop, en realidad están lidiando con neurodivergencias no diagnosticadas: TDAH, ansiedad, alta sensibilidad… y el ciclo hormonal solo amplifica lo que ya estaba ahí.
Porque sí, las hormonas no inventan emociones. Pero sí las suben de volumen.
No importa la etiqueta. Lo que importa es cómo te estás sintiendo.
Si cada mes pasas por una tormenta emocional, si te desconectas de ti o sientes que “no eres tú”… eso no es drama.
Es información.
No eres frágil. No estás exagerando.
Tu cuerpo, tu cerebro y tus hormonas están intentando explicarte algo —y mereces espacio para escucharlo.
A veces, lo que sentimos premenstrual no nace solo del ciclo.
Si ya tienes una historia de ansiedad, TDAH o simplemente un sistema nervioso más sensible, esa fase puede amplificar todo.
No es que tus emociones sean falsas, es que tu cuerpo y tu mente están más conectados de lo que nadie te explicó.
Y si algo no se siente bien en serio, no te lo tragues sola.
Habla con tu gine, tu endocrino, tu terapeuta o alguien que te tome en serio.
Pedir ayuda no es drama. Es cuidado real.