Hay días en que te sientes agotada sin razón, te olvidas de cosas básicas, te peleas contigo misma en el espejo o piensas que necesitas tres cafés para funcionar… y te preguntas:
“¿Será que tengo las hormonas locas?”
La respuesta rápida: no están locas, pero sí podrían estar desbalanceadas.
Y no, no necesitas ir directo al laboratorio ni hacerte un test carísimo para empezar a sospecharlo.
Tu cuerpo te avisa. Todos los días.
Solo hay que aprender a leer sus señales.
No se trata de tener todo perfecto ni de vivir sin síntomas nunca.
Pero cuando tus hormonas están balanceadas, sientes que tienes acceso a ti misma:
a tu energía, tu deseo, tu enfoque, tu humor y tu cuerpo.
Cuando están fuera de balance, todo se vuelve más pesado, más confuso, más lejano.
Y lo tricky es que una hormona desequilibrada casi siempre arrastra a otra.
No es solo “baja de progesterona” o “estrógeno alto”. Es una conversación entera que se desajusta.
Casi nunca es solo una.
Pero aquí te va un resumen corto (y con cariño) de lo que puede estar pasando:
Progesterona bajita → Te sientes ansiosa, no puedes dormir antes del periodo, lloras por cualquier cosa y tu menstruación llega antes de tiempo (con manchitas previas).
Estrógeno alto → Te sientes hinchada, sensible, con cólicos fuertes y te duelen las boobs. También puede haber migrañas y sangrados pesados.
Cortisol alto o bajo → Estás siempre en modo alerta o modo “ya no puedo más”. Tienes energía chueca: cansancio con insomnio, fatiga con ansiedad.
Testosterona baja → No tienes motivación, te sientes desconectada de tu deseo, baja masa muscular, piel seca, y casi nada te emociona.
Insulina fuera de control → Hambre todo el día, antojos extremos (generalmente carbs o cosas dulces, niebla mental, subidas de peso en abdomen, o sensación de no tolerar el ayuno.
Y lo más común: tener combinaciones de varias. Porque una cae… y las demás intentan compensar.
- [ ] Te despiertas cansada aunque dormiste bien
- [ ] Sientes que necesitas café o azúcar para funcionar
- [ ] Tienes cambios de humor heavy antes del periodo
- [ ] No sabes si ovulas o tu ciclo cambia todo el tiempo
- [ ] Tienes antojos, hinchazón, ansiedad o ganas de llorar sin razón
- [ ] Te cuesta trabajo concentrarte o memorizar cosas simples
- [ ] Tienes periodos muy pesados, muy largos o muy irregulares
- [ ] Tu líbido se fue de vacaciones y no ha regresado
- [ ] Duermes mal sin saber por qué (y peor antes del sangrado)
- [ ] Tu ciclo es un misterio o un caos (y ya te cansaste de las apps)
- [ ] Te da hambre aunque acabas de comer
- [ ] Tu intuición dice “algo no está bien”, pero nadie te da respuestas
- [ ] Lloras por cosas random y luego no sabes por qué
Si dijiste que sí a varias, esto no es un diagnóstico.
Es tu cuerpo diciendo: hazme caso, please.
Y puede ser el inicio de algo muy bueno: una conversación más clara entre tú y tus hormonas.
Sin agobio, sin autoexigencia, sin supositorios de culpa.
Empieza a trackear cómo te sientes a lo largo del ciclo.
No solo el sangrado, sino cómo estás durmiendo, comiendo, sintiendo.
Conecta síntomas con fases.
¿Esos bajones aparecen siempre en los mismos días? ¿Te sientes muy distinta antes y después de ovular?
Anota lo que se repite.
No para obsesionarte, sino para darte cuenta de patrones que te pueden dar claridad.
Y si algo te hace ruido constante, busca apoyo.
Tu gine, tu nutrióloga, tu endocrino o tu terapeuta hormonal te pueden ayudar a ponerle nombre y dirección a lo que sientes.